24.2.10

Sábado 21 de Noviembre de 2009.

Vi el fin de mi mundo en tus ojos. La catástrofe avecinandose ante mi, el mundo colapsando, y tus manos mi espalda. Y afuera todo era normal. La gente reía, se moría, lloraba. Afuera todo seguía su curso, y el nuestro solo permanecia quieto, paralizado en ese momento tan importante para mi, pero tan intrascendente para los demás.

Vi el fin del mundo en sus ojos. Cálidos, azules, llenos de gracia. La violencia, el amor, el duelo, reflejados en dos lagos profundos y llenos de color. El principio y mi final en el mismo lugar, el cielo y el infierno en el mismo cuerpo. Las redes estaban echadas. Atrapada estaba, pero sin ganas de salir.

Vi el fin del mundo en esos ojos. Tristes, desesperanzados, rotos. Vi el trinar de los pájaros, el silencio del lobo, el parloteo incesante de la gente. Lo vi todo, y no sentí nada como antes. Solo frío. Indiferencia. Una cara desconocida en el invierno de mi corazón.


Todo esto lo escribí ese día, y todavía recuerdo cómo me sentía. Desesperanzada. Triste. Un paisaje nada extraño en mis días.

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