Que no se te olvide mi cara, que no se te olvide el piano en el saloncito de la casa de tu abuelo, que no se te olviden las noches llenas de estrellas escondidas, pero aún presentes. Que no se te olviden mis manos, que no se te olviden los juegos que nunca pudimos jugar. Que nunca se te olvide sonreír, que nunca se te olvide ser tú, tal y como eres. Porque así te quiero, y así te conocí, y así siempre te quiero ver. Que no se te olvide Madrid. Que no se te olvide, para que cuando vuelvas, tus ojos estrellados me lo cuenten todo. Que no se te olvide la letra de cada canción que ambos conocemos, y que nunca se borre de tu memoria cada palabra que escribiste, cada promesa que me hiciste.

Y que se te olvide su boca. Que se te olvide aquel mar helado, y las noches de insomnio, que se te olvide su nombre, que se te olvide regresar, que se te olvide todo lo que no perteneció a los dos, y deseo también que se te olviden los miedos...los pasajes más oscuros de tu vida.

Cuantas cosas existen en esa lista de cosas a olvidar? Trístemente, son las que recuerdas más. Te dejan una huella más grande, que cualquier otro momento mejor. Y la marca queda, hasta que reemplazemos todo eso con algo mejor...o peor.

Que se te olvide lo que te atormenta. Eso es lo único que pido...Olvídame, si quieres...también. Probablemente, así yo podría olvidarte más fácil.